La manera que tiene Richard Corben a la hora de plantear una escena es dramática y contundente, y como se apunta en la página http://www.muuta.net/ heredera del barroco, o más concretamente de Caravaggio. Pero, ay amigos, no son Corben.
Para algunos puede considerarse una blasfemia comparar a los maestros del barroco con el señor Corben, pero recuerdo una máxima que repetían con bastante frecuencia los profesores de mi carrera, Bellas Artes; ver a los pintores clásicos como modernos y a los pintores modernos como clásicos. Y es un ejercicio muy bueno y recomendable, porque aprecias en los primeros lo innovadores y rompedores que fueron, y a los segundos la meticulosidad de su trabajo y el poco lugar a la improvisación que hay en sus composiciones.
Por eso me propuse el siguiente ejercicio; darle un aspecto corbeniano al cuadro de “La fragua de Vulcano” de Diego Velásquez.
Para mi tiene todos los ingredientes; una escena de claroscuros donde el elemento mágico-mítico se encuentra presente, una tensión contenida, con unos personajes detenidos en el preciso momento que más nos pueden decir sin decir nada.Recordé algo que ya había hecho el propio Corben en su historia “Ogre”. No se conformó con hacer una fotonovela, sino que manipuló las fotografías para que se parecieran más a su peculiar forma de entender el dibujo. Yo, a decir verdad, sólo le he añadido algo de músculo… Pero ¿qué sería de Corben sin esas anatomías modeladas a su antojo? Es parte del estilo-Corben.
